Apremiante, reducir el impacto de los gases de efecto invernadero: Antonina Ivanova

Con esta conferencia concluyeron las II Jornadas de Gestión Ambiental coordinadas por el Centro Universitario de Gestión Ambiental de la Universidad de Colima.

 

 

Para concluir las actividades de las II Jornadas de Gestión Ambiental coordinadas por el Centro Universitario de Gestión Ambiental de la Universidad de Colima, se realizó la conferencia virtual “Cooperación Internacional en acción climática: la importancia de las energías renovables, dictada por Dra. Antonina Ivanova Boncheva, este fin de semana.

 

Durante su conferencia, la secretaria general del área de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Baja California Sur señaló que el origen del cambio climático es antropogénico y que a partir de 1850, con la Revolución Industrial en Inglaterra seguida por otros países de Europa y luego Estados Unidos, empezó una mayor emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, “lo que eleva al aumento de la temperatura”.

 

Actualmente, dijo, “el aumento es de 1.1 grados centígrados comparado con el nivel preindustrial, lo que quiere decir que la actividad humana está provocando este aumento y sus impactos, que van de los trópicos a los polos, afectando a países ricos y pobres, siendo las zonas tropicales las más afectadas y en las que se ubican los países en vías de desarrollo”.

 

Agregó que cuando se habla de vulnerabilidad existen tres componentes, que son: los impactos evidentes de las sequías, la elevación del mar y las inundaciones y efectos meteorológicos.

 

Ante ellos, comentó, los países en vía de desarrollo tienen una capacidad de respuesta mucho más baja por la falta de recursos humanos preparados, tecnologías de más bajo nivel y la falta de recursos financieros.

 

En este contexto, señaló, “dentro de los nuevos instrumentos de cooperación ambiental siempre se contemplan recursos para ayudar a los países en vías de desarrollo a realizar acciones climáticas de adaptación y mitigación para que no tengan que sustraer recursos de actividades primordiales, como es la educación y el combate de la pobreza”.

 

Dijo que el 35 por ciento de bióxido de carbono se genera en el sector energético, “de ahí la importancia de implementar las energías renovables como uno de los principales instrumentos para combatir el cambio climático o la emisión de gases de efecto invernadero”.

 

Un 24 por ciento de bióxido de carbono, agregó, se debe a la agricultura, silvicultura y otros usos del suelo. La industria genera el 21 por ciento; aquí, el cemento, el acero y la industria del papel son los de mayor emisión. El 14 por ciento corresponde al transporte y el 6 por ciento restante al sector residencial.

 

Destacó que en el periodo de COVID-19 se tuvo una disminución de gases de efecto invernadero, y conforme el mundo se va recuperando de esta pandemia han comenzado a aumentar las emisiones y con ello la temperatura de los océanos continuará elevándose durante el siglo XXI, por lo que el nivel medio global del mar continuará en aumento. En este tema, dijo, “México es muy vulnerable en sus zonas costeras, al estar en medio del Océano Atlántico y del Pacífico”.

 

Otros impactos de este cambio, comentó, se observan en la calidad del aire y en la disminución de un 35 por ciento en la biodiversidad; “un caso importante es la disminución en la población de abejas y con ello la afectación a la polinización”; grandes superficies deforestadas, incendios forestales y la contaminación del agua, “por lo que es apremiante seguir previniendo y disminuir el impacto de los gases de efecto invernadero”.

 

En este sentido, la especialista dijo que los Objetivos del Desarrollo Sustentable (ODS) marcados en la agenda 2030, “se orientan a una transformación hacia un economía verde, eficiente y baja en carbono, en la que es muy importante observar que las energías renovables están permitiendo disminuir otras crisis”.

 

Explicó que en las actividades de mitigación, además de disminuir las emisiones por parte de las industrias, existe la necesidad de promover los “secuestradores” de carbono, como son los bosques y los humedales. Estos últimos liberan al aire del 33 por ciento del bióxido de carbono, “por eso es importante cuidar los océanos y proteger la vida marina”.

 

Ante estas medidas, añadió, “es necesario diseñar los asentamientos humanos más resilientes, incluyentes y sostenibles y promover un crecimiento económico sostenido y sustentable que garantice una distribución justa”.

 

Ante este contexto, comentó, “los gobiernos se están permitiendo cooperar para avanzar hacia los ODS y la producción y consumo sostenible y para acelerar la transición hacia estos patrones sostenibles en todos los países, apoyando las iniciativas a nivel regional y nacional respaldados con el financiamiento de los países desarrollados”.

 

Un aspecto muy e importante, resaltó, “es elevar el uso de energías renovables y desligar el crecimiento económico de la degradación ambiental, teniendo un crecimiento con bases sostenibles y aprovechando mejor los recursos naturales”.

 

Para concluir, Antonina Ivanova dijo que estas iniciativas están conjuntando el interés de las universidades, quienes están intercambiando experiencias; “una estrategia importante es la formación de especialistas en áreas como energías renovables, manejo del agua y el fomento de actividades complementarias mediante cursos y diplomados que lleven a la comunidad universitaria y a la sociedad a una mayor conciencia del cambio climático”.