La sucesión a la muerte de Gustavo Vázquez. Segunda parte Silverio y Arnoldo

 

Por Fernando Moreno Peña

Así empezó: con la pregunta de cuál de los dos sería el candidato. Al día siguiente, los partidarios de uno y de otro ya se estaban reuniendo. Silverio, Arnoldo y yo nos reunimos con los alcaldes, luego con los sectores y organizaciones del partido y con los diputados locales. Ahí, los legisladores se pronunciaron por Silverio, pues consideraban que su coordinador podría ser el sucesor, incluso mi esposa Hilda, quien era diputada, expresó que ella daría su respaldo a Silverio, al igual que sus compañeros, pues era un acuerdo y ahí se evidenció que la fracción legislativa estaba con Silverio.

Como el PAN, había decidido que fuéramos a la contienda y nosotros que fuera una contienda en corto plazo, les planteé a los diputados que debíamos armonizar las cosas, prepararnos para una elección que no iba a ser sencilla y que, por lo tanto, no podíamos apostarle a la confrontación interna, sino que debíamos ir en unidad para contender contra el partido Acción Nacional.

Ante ello, se fue dando, el consenso y un día me preguntó Arnoldo: “¿tú como ves las cosas?; complicadas, le dije, porque los diputados van a nombrar al interino, al ser facultad, pero al sucesor lo decidirán los ciudadanos en la elección y los diputados creen que van a poner al sucesor, y no, nada más pondrán al interino; entonces, si nos vamos a una elección, no nos podemos dividir, sino que debemos ir unidos”.

Por eso hubo muchas pláticas y encuentros. En la reunión con los diputados, ellos señalaron “es que nosotros ya decidimos”, y yo les dije “a ver, a ver, cómo que ya decidieron, ustedes solamente van a poner al interino, no al candidato, porque al candidato lo pondrá el partido, lo va a postular el PRI, no discuto que ustedes van a poner al interino porque así lo establece la ley (…), pero vamos a ir a una elección”, y ellos respondieron: “es cierto, usted tiene la razón y retiramos lo dicho”.

Nunca hubo una discusión fuerte, hubo posicionamientos, simpatías; no hubo tampoco expresiones negativas hacia ninguno de los dos, se las reservaron siempre muy bien.

Durante el sepelio de Gustavo Vázquez en Tecomán, yo no me acerqué a la tumba, estuve unos metros atrás y vi que Arnoldo se acercó con Hilda y platicó, después me saludó a mí y le pregunté por su charla con Hilda, diciéndome “ahí después te platica ella”, al final del sepelio le pregunté a Hilda: ¿Qué te pregunto Arnoldo? y ella me respondió que cómo veía la situación en el Congreso con los diputados, ¿y qué le dijiste?, a lo que respondió: “le dije la verdad, le dije que la totalidad respaldábamos a nuestro coordinador para ser el sucesor”.

Al día siguiente se volvieron a reunir y duramos algunos días en reuniones y nos convocamos a las ocho de la mañana para desayunar, porque ya se acercaban los plazos. Al llegar a la reunión, me dice Arnoldo frente a Silverio y Luis Gaitán: “queremos hacerle un comentario Licenciado, denos unos minutos para agotar una reunión privada entre nosotros”, acepté y pospusimos la reunión casi una hora.

Finalmente, Silverio se acercó y nos dijo que ya podíamos iniciar la reunión en donde dieron a conocer el acuerdo, en donde Arnoldo Ochoa mencionó su respaldo a Silverio Cavazos y Silverio se comprometió para que Arnoldo fuera candidato al Senado de la República en el 2006.

Y pues ahí, ni qué decir, si ellos ya se habían puesto de acuerdo y ahora correspondía ponernos de acuerdo para la elección.

Por ello, frente a ellos, como delegado especial del CEN, me comuniqué con Madrazo para informarle el acuerdo al que se había llegado.

Luego se sostuvo otra reunión con sectores, organizaciones, diputados, exgobernadores priistas, para darles a conocer el acuerdo ese mismo día y se expresó que se iba en unidad en la candidatura de Silverio Cavazos a la gubernatura y que se tenía el aval del CEN del PRI.

También, se informó del acuerdo de que Arnoldo Ochoa sería el gobernador interino, porque era lo que le correspondería hacer al Congreso.

Un día después tuve una llamada telefónica de Luis Gaitán en donde me avisa que él y Silverio se encuentran en un restaurante, sosteniendo una reunión con el panista Jorge Iñiguez Larios y que tienen una propuesta, ahí le dije: no tomen ninguna decisión, porque no les corresponde, voy para allá de manera inmediata.

Al llegar, se me informó que el PAN tenía como propuesta que, si iba la señora Norma Galindo como candidata, ellos no pondrían candidato para la elección extraordinaria, “a lo que yo les dije que no, que el partido ya había tomado la decisión de Silverio fuera el candidato”.

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